miércoles, 4 de mayo de 2011

“Si algo es vital para el maestro, será vital para los niños”




Escrito por Actualidad   
Miércoles, 29 de Diciembre de 2010 23:31
“Los Biguaes”, puramente vivencial
Está en el río Carapachay 65. Es una escuela inicial y primaria que alberga 19 niños. Se sostiene con el trabajo conjunto de padres y maestros en una panadería.

En la década del 50, en la ciudad de La Plata, tres mujeres preocupadas por la educación - Nelly Pearson, Marta Burdichón, Dorothy Ling - desarrollaron una experiencia pedagógica basada en el hacer cotidiano y se apoyaron fundamentalmente en el arte: pintura, poesía, música, danza y teatro fueron el sostén del trabajo realizado por maestros y alumnos.
Lo que surgió como iniciativa particular con el tiempo se transformó en el Instituto de Educación Superior Roberto Themis Speroni, con nivel inicial, primario, secundario y terciario, incorporado a la enseñanza oficial.
En la actualidad existen 27 escuelas y centros educativos de este tipo en Argentina y uno en New Jersey, USA.
Una de esas escuelas se encuentra sobre el río Carapachay en el Delta de Tigre; se llama Los Biguaes y está conformada por 5 maestros, 19 alumnos y sus familias, ya que “hay muchas actividades para los padres, por ejemplo, teatro, danzas. Además nosotros funcionamos como una cooperativa porque el sostén económico de la escuela es el trabajo que hacemos entre todos. Por eso si un padre no tiene tiempo para trabajar en la escuela, los maestros no vemos la posibilidad de que esa familia esté en la escuela”, explicó Celeste García Salgado, una de las maestras.
Los Biguaes es una escuela que tiene nivel inicial y primario, “los chicos ingresan con 2 o 3 años y egresan alrededor de los 11. Nos interesa trabajar con los chicos desde la más temprana edad porque cuesta remontar lo que ocurrió en otras escuelas”, señaló Cecilia Juan, otra de las maestras.
La escuela no es gradual, “los chicos están divididos por grupos de trabajo por edad, pero si un chico de 4 años ya está leyendo, sigue el camino de la lectura con el grupo que lee, sin importar la edad”, comentó Cecilia. Fundamentalmente, las docentes pueden trabajar con cada niño porque los grupos son muy reducidos: “Trabajamos con grupos pequeños, lo que permite tener un seguimiento personalizado. Al finalizar cada día, los maestros nos reunimos y hablamos de cada chico”.
Aunque no existen grados, ni pruebas escritas, ni boletines, siguen los programas oficiales de la provincia de Buenos Aires, “buscando el maestro lo que es de su interés, porque si algo es vital para el maestro, será vital para los niños”, dijo Celeste.
En cuanto al concepto de aprendizaje, señalaron: “Nuestra idea es que los chicos no aprenden nada, nosotros no enseñamos nada, ellos aprehenden. Los chicos naturalmente van descubriendo cosas, nosotros tratamos de estorbarlos lo menos posible”. La propuesta del maestro es siempre hacer algo junto con los chicos: pintar, cantar, leer, contar; es en el transcurso de ese hacer que el aprendizaje se realiza.
Si bien la escuela no se inscribe en el movimiento de la educación por el arte, “uno de los pilares es la pintura. Todos los días pintan, con óleo, pastel y una vez por semana hay clase de témpera. Nosotros sentimos que ellos no aprenden a pintar, sino que hacen lo que hizo la humanidad desde sus orígenes, porque el hombre pintó desde las cuevas y cantó desde que tuvo voz. Hacemos cosas que son naturalmente humanas; si en una clase de lengua tienen ganas de cantar un romance y además lo pintan, es una preciosa clase de lengua”, expresó Celeste.
El material con que trabajan es siempre “cuidado, las mejores imágenes, los mejores cuentos. Entonces, cuando se lee, ellos sospechan que hay algo precioso en los libros”. Tienen una biblioteca y una discoteca que los niños pueden usar libremente, “todo está al alcance de ellos, alrededor de ellos, no es algo ajeno”. Pero Celeste aclaró con énfasis: “Canciones infantiles, no! Tratamos que eso que fue creado especialmente para chicos, quede afuera de la escuela”.
En la escuela no hay mesas ni sillas, todo se hace en el piso, que - por supuesto - está limpísimo, porque “no se puede trabajar en un espacio que está sucio. Aquí cualquiera lava el baño, nosotras o ellos. Si una taza se cae y mancha el piso, cualquiera se levanta y limpia. Ninguno de nuestros chicos va a tirar un papel al piso, al contrario, si ellos ven algo fuera de lugar, van y lo levantan. Cuando hay algo que ellos no pueden hacer, nos piden ayuda”. En esta institución no hay personal de maestranza, ni auxiliares ni personal administrativo, “los maestros hacemos todas las tareas de la escuela, una vez que los chicos se retiran”.
Muchas actividades son compartidas por todos los integrantes de la escuela; cuando los chicos llegan, los maestros los reciben, hacen una ronda, se ponen el delantal, el calzado de adentro, cantan y después cada uno se va con su grupo. De esta manera se inicia el clima de serenidad y cordialidad que reina en el colegio.
La institución se sustenta con una pequeña cuota mensual, “si una familia no puede pagar, hay muchas cosas para hacer en la escuela”, aclaran; y el producto de una panadería donde trabajan padres y maestros: “Todas las familias amasan por turno; también los maestros. Todos vendemos el pan”. En la actualidad hacen un pan integral con harina orgánica que compran en Carlos Keen: “Es un pan con semillas, con poca sal, poco aceite”. El pan es ideal para los que apuestan a la comida naturista y a la economía social y, por si fuera poco, Celeste expresó: “Lo más hermoso de la panadería es que trabajamos juntos. Es una forma de que los padres participen en la educación de sus hijos”.
Es difícil definir esta escuela con palabras porque es “netamente vivencial”, pero si usted está interesado en participar de ella, ya sabe… tendrá que poner sus manos en la masa.

“El chico no necesita que lo distraigan y lo entretengan. Él necesita para sobrevivir sentir que trabaja, y el estudio, tal como lo entiende nuestra sociedad, no es trabajo en sí mismo sino algo que hacemos para más adelante, es una proyección hacia un futuro incierto fuera del presente y fuera de la realidad. Ese planteo antivital que inunda la escuela toda no puede satisfacer a nadie que esté vivo. El chico necesita comprometerse, sentir que trabaja con lo que es y ése es uno de los grandes atractivos del Arte. Pero la escuela ha puesto su esfuerzo en organizar un trabajo intermedio. Así como La Ilíada o la Biblia fueron textos de iniciación a la lectura, en otros tiempos, los chicos de hoy manejan textos pueriles, armados, para que algún día puedan acceder a las lecturas verdaderas. Esto naturalmente no ocurre jamás. La lectura de más adelante es sólo la búsqueda de resonancias con lo que ya se frecuentó en la infancia. Mal puede una infancia sin contenidos verdaderos alimentar el interés del hombre que vendrá después. Esta no es una propuesta sencilla porque implica  la revisión de un mundo de cosas que ha ido muy lejos en su complejidad y artificio, pero es a la vez una propuesta esencialmente simple” Dorothy Ling.


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