jueves, 2 de junio de 2011

Escuela Experimental LOS CAUQUENES de río grande

 EDITORIAL “Roberto Themis Speroni” y su propia
Dorothy Ling
es la única que vive aún– pensaron que todo lo que estaban
viviendo en esos encuentros, se podría llevar a
cabo como experiencia educativa. No como una escuela
de arte, sino como una escuela común, pero con el
“gesto” que ellos tenían, con la impronta artística en la
matemática, la ciencia, la plástica, etc.
El futuro instituto empezó a funcionar
en el garage de una casa, con muy
poquitos chicos, en realidad con gente
que las conocía a las tres docentes… Así se inició todo.
A partir del trabajo que se venía desarrollando en el
Centro Pedagógico en el ámbito privado, en 1984, el Ministerio
de Educación de la Nación les solicitó a las profesoras
Ling, Bournichon y Pearson, que iniciaran una
experiencia similar en el ámbito público extendiéndola
al nivel secundario –con un Bachillerato y terciario– por
medio de la creación de un Instituto de Magisterio.
Ante la insuficiencia de personal para sostener estas
dos experiencias en paralelo se tomó la decisión de
pasar al ámbito público, con la condición de que les
dejaran plena libertad. Una puesta a prueba de este
margen se dio cuando el Ministerio pidió la apertura de
vacantes para más cantidad de alumnos y el Instituto
, Marta Bournichon y Nelly Pearson –que
“Themis Speroni”
esencia misma de la propuesta educativa: “
no funciona con grupo grandes”
A partir de este pasaje, de la órbita privada a la pública,
la educación comenzó a ser gratuita y el gobierno
nacional radical les aportó los fondos para la construcción
de un nuevo edificio.
Hoy en el país hay 23 escuelas, que educan con el
método o sistema inspirado en el Instituto
Themis Speroni”
En Tierra del Fuego, funcionan las escuelas “Las Lengas”
(1993), “La Bahia” (1993), “Taller Especial” (1994),
“Los Alakalufes” (1996), “Los Cohiues” (2000), “Los Calafates”
(2001), “Las Gaviotas (2003), en Ushuaia… Y
en Río Grande, la escuela “Los Cauquenes” (2005), tema
central de este informe.
se resistió, aduciendo como razón laesta modalidad.“Roberto.
PRIMERAS
LETRAS
LA NUEVA
ESCUELA
El Instituto
“Roberto Themis
Speroni”: de un garage
a una escuela.
Un experimento
educativo inédito en
el mundo, con más
de medio siglo de
prácticas en el país.
Los establecimientos
en Tierra del
Fuego: Ushuaia y
Río Grande.
Escuela Experimenta l
“LOS CA UQUENES”
de Río Grande
APRENDER… HACIENDO
UNA EXPERIENCIA PEDAGÓGICA ALTERNATIVA EN TIERRA DEL FUEGO
«Mantener viva y prolongar
hasta la adolescencia
la capacidad
del niño para el
juego imaginativo, la
creación y recepción
de imágenes artísticas,
su visión cósmica
de la totalidad y el
paisaje mítico de su
existencia»
(Dorothy Ling, 1990)
Acercate a nuestros
clubes de
emprendedores.
Si estás en los dos últimos
años de la secundaria y te
interesa entrenarte como
emprendedor llamanos hoy
mismo:
Para que tus proyectos
se hagan realidad…
capacitate para
hacerlos.
DICHO&HECHO:
una de las sorpresas al entrar a la escuela, es
que todos los chicos desarrollen las clases, recostados
o sentados en el piso?
* EL ESTAR *Para un observador inadvertido –o invisible–
Cecilia Rodriguez:
que ver también con una disposición que tiene que
ver con un manejo del espacio, que es mucho más accesible
al modo que tienen los chicos de ver el mundo.
Nosotros nos sentamos en rueda, el maestro está en la
misma rueda: no hay una distinción, digamos, como un
maestro en un escritorio y los chicos del otro lado.
Nos estamos viendo la cara todos y en este lugar… en
esa rueda, se forma el mundo de trabajo de ese grupo.
Y ahí adentro es donde suceden las cosas. Entonces,
depende de la actividad que estén haciendo… Ellos están
sentados escuchando al maestro, o panza abajo escuchando
un cuento o sentados…
Y a veces afuera… por ahí pasan otras cosas… pero a los
chicos eso no los distrae porque todo está concentrado
en ese lugar.
Claro, no tenemos bancos… Eso tiene
* EL DAR Y RECIBIR *
D&H:
“sistema” –si me permite el término– transfiere los
contenidos de la enseñanza?
Cómo sería la modalidad o dinámica con que este
C.R:
música
Y la idea es que un chico creativo, digamos, no solamente
pueda pintar “lindo”, digamos, que es un juicio
de valor (que nosotros jamás hacemos)… O pueda cantar
bien, que también es un juicio de valor. Sino que una
persona creativa pueda, no sé. Desarmar una cerradura.
Resolver un problema de matemáticas. Llegar a la
misma conclusión que haciendo la regla de 3 por otro
camino. Esa es la actitud que uno tiene hacia esas cosas…
Es como el “no prejuicio”.
La técnica es una herramienta más. Lo importante es
“poner las manos en la masa”, digamos.
La escuela tiene tres pilares que son: la pintura, lay la poesía.
* LOS MEDIOS Y LOS FINES *
D&H:
la pintura, la música, la poesía, para que los chicos
construyan su aproximación, su percepción de los contenidos
de las diferentes materias?
Para decirlo de alguna manera, Ustedes utilizan
C.R:
materias.
O sea, un chico hace unas cuentas de matemáticas y el
trabajo está terminado cuando está pintado.
Por ejemplo, mañana vamos a festejar el 25 y, obviamente,
cada fiesta o cada fecha importante hay un
maestro que da una clase especial, donde les cuenta a
los chicos, de qué se trata la fecha, etc.
Después con los chicos más grandes, hablamos en forma
más particular, digamos, y por ahí con otros detalles
o… con otra profundidad. Y después se pinta, se escribe,
se canta…
Pero ese día, lo que hacemos es dar una clase y contarles,
no tanto el discurso tradicional de la escuela tradicional,
sino más que nada, ver la cosa de qué pasaba
en ese lugar… lo que la gente hacía, cómo
vivía, porqué se llegaron a esas situaciones…
Digamos, por ejemplo, la pintura está en todas las
D&H:
actual, cotidiano?
Ponen la historia más en un contexto
C.R:
nuestra… Así es como contamos la historia,
toda la historia. A los chicos, por ejemplo, desde
los 3 años tienen historia. ¡Bueno, hay que
ver! Les contamos cómo vivían los Egipcios, cómo
vivían los Romanos…
Sí, más como si habláramos de la vida
D&H:
Y para enseñar geografía?
C.R:
Una vez que el maestro da la clase especial de geografía,
cada ocasión hacemos una cosa distinta. Por ejemplo,
mañana tenemos programado salir de caminata
hasta la Escuelita primera que tuvimos. Vamos a festejar
saliendo de caminata y mostrarles a los chicos que
en esta escuela no estuvieron siempre, cuál era la escuela
y dónde jugábamos…
Te contesto como con el ejemplo del 25 de mayo…
* APRENDER A SER *
C.R:
a los chicos es la posibilidad, digamos, que ellos
sean personas
de las opciones que eligen
por ellas
cuando un chico se manda una macana, conscientemente
se manda una macana y sabe a qué atenerse.
Es así de sencillo y está muy bien. Lo mismo que
cuando un chico no trae la tarea, ellos saben lo que
pasa. Si ellos decidieron irse a jugar y no trajeron la
tarea, no tienen porqué quejarse cuando aparece la
consecuencia de eso…
Yo siento que la alegría con la que los chicos
vienen a la escuela, las ganas de estar, es el
resultado del trabajo en común.
Ayer nos reíamos porque con los chicos de 6 y
7 años, yo cada tanto hago una prueba para
ver, digamos, cómo las cosas andan por otros
lados… Les digo:
sentados y quietos yo no les voy a dar tarea.”
todos se sentaron bien para llevarse la tarea. Ellos
exigen llevarse una tarea todos los días y
sino te lo reclaman.
Yo creo que lo que nosotros intentamos acercarlesque puedan decidir, que sean conscientes, que sean responsables, sea cual fuere, digamos. Porque“Si ustedes no se quedan bienY
Entonces, eso es casi un regalo: que un chico te
pida eso y sienta que es divertido hacer matemáticas
y sienta que es divertido jugar con las
fracciones…
Ahora, para que esta cosa funcione, digamos, para
que esta gran libertad que los chicos tienen
para expresarse, para que ellos puedan tener
un vocabulario que les permita decir lo que
quieren decir… para esto tiene que haber reglas
claras. Un marco metodológico profundo y probado,
como el desarrollado por el
Instituto, que los
maestros y alumnos
de cada establecimiento
vivenciamos
y enriquecemos
todos los
dias.
entrevista a cecilia rodriguez
directora de “los cauquenes”
río grande
EL METODO EN VIVO
D&H/
3
desarrollo comunitario
La filosofía es una propuesta de pensamiento, pero
no solamente de pensamiento…
Es una propuesta de incentivar la pasión. Hoy por hoy,
en tiempos de crisis y de necesidad de cambios estructurales,
no es concebible el pensar como una función
solamente racional, sino que el pensar sin el sentir,
sin el actuar, sin el cambiar, no son sostenibles.
Por eso estamos hablando de un pensamiento encarnado.
Un pensamiento encarnado quiere decir un pensamiento
que motive y derive en acción…
Por eso, desde los vínculos, y ni qué decir de la relación
femenino-masculino, sería casi impensable el aburrimiento,
cuando lo más extendido es el aburrimiento…
… Los procesos de hartazgo, los procesos de saturación
tienen ciclos muy misteriosos. La soportabilidad
de algo, y la insoportabilidad de algo tiene que ver
con los crecimientos interiores, y quizá algo que uno
rutinizó y aceptó casi mecanizadamente durante diez,
veinte años, de pronto, la percepción del valor del
tiempo, el inefable momento de tener un día más, una
hora más, en un relámpago de descubrimiento, en una
pregunta que hace temblar, se cambia el mundo…
Habrá que ver entónces, qué entendemos por amar y
querer. No sea cosa que sea obvio soportarse en lugar
de entenderse. Y como uno puede soportarse uno
con otro con estilo bastante educado, y con cariño
bastante elaborado, hay modos de soportar tan agradables
que parecen amor.
Y, sin embargo, son conveniencia.
Lo que con-viene, demos vuelta el lenguaje (la construcción)
es lo que viene-con. Bueno, los cambios de
paradigma, están apuntando a rever las motivaciones
por las cuales hacemos, optamos, pensamos, nuestras
propias opciones…
Habría que decir a priori a eso, que en general, los
cambios de paradigmas nos hacen rever lo obvio…
Y bueno, hoy no es nada claro el concepto de familia.
No es obvio la familia “padre, madre, niño”. Cuando
los modelos de relación dejan de ser obvios y empiezan
a haber otras configuraciones que critican lo
estatuido o lo vivido, empiezan a aparecer nuevas formulaciones,
donde lo obvio se revisa.
TIERRA
DEL FUEGO
EN
VALORES
DESDE USHUAIA
HASTA RÍO GRANDE

El proceso de las escuelas experimentales
de Tierra del Fuego, debe ser comprendido
a la luz de su raíz más directa,
el Instituto
génesis e historia en la Argentina.
Este emprendimiento pedagógico nace hace más de
50 años en City Bell, localidad cercana a la ciudad de La
Plata, a raiz de la inquietud de un grupo de personas
que estaba haciendo un trabajo –una especie de taller–
atravezando distintas áreas como la música, la pintura,
la plástica, la poesía, la filosofía, el teatro, etc.
Y tres de los iniciadores del grupo, las profesoras

miércoles, 4 de mayo de 2011

Escuela Los Trigales de San Justo


Tinta, pincel y pizarrón
La Escuela Los Trigales de San Justo desarrolla un proyecto de educación alternativa digno de conocer y valorar. TEXTOS Y FOTOS. MARÍA DE LOS ANGELES ALEMANDI.
Amparo llega temprano a la escuela. Tiene tres años. Los anteojos y las medias rayadas avivan su picardía. Se sienta sobre una de las alfombras que forman una ronda en la sala más grande, se pone el pintor metiendo cada botón en algún ojal y se calza los zapatos al revés. Cuando el silencio de la sala empieza a aburrirla rompe las reglas y cambia palabras con la niña vecina. No llega a ser una conversación pero se entienden y ríen bajito. Claro, olvidan disimularlo.
Soledad, la maestra, está sentada frente a ellas y levanta las cejas pidiendo respeto. De repente el rasgueo de una guitarra inaugura el día y toda la escuela entona una vieja canción del grupo Mazapán: “Caballito blanco llévame de aquí/ llévame a mi pueblo donde yo nací”. Amparito sigue en su mundo de travesuras hasta que la risa trae un reto. No pasará por dirección (no hay), no enviarán una nota a sus padres en el cuaderno de comunicaciones (no existe) ni será amonestada (no tienen tal castigo), sólo se le pedirá que salga de la ronda. La nena abre grande los ojos y el ceño se frunce como advirtiendo el desenlace.
La escuela a la que va Amparo se llama Los Trigales. Está frente a la plaza del barrio Malvinas Argentinas, en el borde más austral de la ciudad de San Justo, Santa Fe. Un alambrado determina sus límites, una tranquera recibe a los 42 alumnos y un cartel anuncia que en aquella casa de campo se dan clases.
Los sanjustinos la miran con recelo. Será porque no tiene pinta de escuela. O tal vez porque un grupo de padres la fundó seis años atrás sin tener la autorización del Ministerio de Educación. O bien porque su director luce un look hippie por las calles de un pueblo chico.
Ajustar la imagen
“No parece una escuela”, dice una docente sanjustina en nombre de muchas de sus colegas. No conoce de qué se trata este proyecto de educación alternativa y opina sólo a partir “de lo que se ve desde afuera”.
La casa tiene dos habitaciones, una cocinita y un baño. Todo parecería estar hecho a mano. Un planisferio pintado con témperas ocupa una pared. En la sala más grande bibliotecas improvisadas están repletas de libros, ni un sólo manual, ni una sola fotocopia. Bajo las ventanas unas tablitas de maderas con ganchitos hacen de percheros. Sobre cada extremo de la sala dos pizarrones se miran fijo y en un rincón una vitrina hace de mueble de ciencias. No hay juguetes sino juegos: cubos de madera, objetos de ingenio, un ajedrez con una partida iniciada, damas chinas, canicas, rompecabezas. Y repartidos por todos lados los útiles que se comparten.
Pero desde afuera, quien se sienta frente a la escuela en un banco de la plaza o cruza en bicicleta por la calle de tierra sólo puede ver un patio inmenso que de acuerdo con el horario luce abandonado o lleno de vida. Abandonado porque hay cosas desparramadas: baldes, pedazos de chapas, un tejido arruinado, sillas con patas rotas, una carretilla oxidada, maderas y troncos de árboles. En el centro la bandera argentina flamea escoltada por pinos y custodiada por el mugido de las vacas de la Sociedad Rural.
Pero pasadas las diez de la mañana cuando la puerta marrón se abre, salen los chicos con sus pintores (una especie de guardapolvos de colores), se quitan las zapatillas, se ponen botas de goma y corren a jugar al patio. Entonces los objetos abandonados cobran vida. Los arrastran, los apilan, los sacuden y dentro de una lógica indescifrable se inventan “casas” o “empresitas” bajo los árboles.
La docente que opina según lo que ve es además Directora de otra de las escuelas primarias de San Justo y desata su verdad cuando el grabador se apaga. Dice que su forma de pensar quizá sea anticuada y no puede ajustar la imagen de Los Trigales con la idea que ella tiene acerca de lo que debe ser una escuela. O sea: una institución estructurada, graduada, que iza la bandera al comienzo del día, donde a menudo suenan campanas o timbres, con aulas que reciben a los niños con sus bancos en fila y docentes impecables que a lo sumo tienen las manos sucias de tiza.
Ejemplo
El director y a la vez maestro de Los Trigales es Mariano Galeano. Arrima la tranquera casi a las dos de la tarde y regresa a casa en bici. Mientras pedalea sonríe como si no pasara nada aunque escucha el comentario de la señora que barre el frente de la casa y se da cuenta de que algunas personas que lo cruzan giran la cabeza para mirarlo. No hace falta que lo señalen. Mariano no puede pasar desapercibido por la sencilla o escandalosa razón de que tiene rastas.
Rastas como Bob Marley, largas hasta la cintura. Horrorizan. Pisotean el concepto del maestro impecable. Son un mal ejemplo para los niños. Descalifican a la persona. Así lo creen directivos de otras escuelas, maestros, funcionarios, vecinos e incluso hasta algunos padres que envían a sus hijos a esta escuela.
“De acuerdo con las representaciones históricas el maestro es figura mística, sujeto idealizado: una cuestión cultural que sufren para poder ser respetados como personas” explica Alicia Bazán, Psicopedagoga que realizó una investigación en la ciudad sobre el rol docente. Y que es además la mamá de Nacho, un niño que quiso un pintor rojo para ir a la escuela.
Mariano es de Berisso. Tiene 29 años y llegó hace tres a San Justo. Se hizo las rastas en el año 2000 cuando andaba por el norte argentino: es sólo “una forma de no estar de acuerdo con lo socialmente establecido”. Dice que no, que en San Justo no se sintió discriminado, pero sabe que muchas personas lo juzgan por su apariencia. “Pero estoy tranquilo sentencia- porque esas inquietudes la tienen los grandes, los chicos están mucho más allá de eso”.
Los alumnos, sentados en ronda alrededor de él, lo ven como el maestro que es. Están en hora de matemáticas. Hacen cálculos de superficies y perímetros, preguntan cómo y porqué. Mariano les dice que piensen. Abre una caja y saca cuadraditos de goma eva con los que dibuja el ajedrez del problema sobre el piso. Les da pistas pero pide que razonen y cada uno a sus tiempos va resolviendo el acertijo más allá de la camisa a cuadros, las sandalias y las rastas de un maestro que cree que “la educación no es una fuente que se llena sino un fuego que se alimenta”.
Un caos
En la cocina de la casa de Laura Ludueña, sobre aquella mesa en la que ahora hay un termo con agua caliente, un grupo de madres amasó la idea de una escuela distinta para sus hijos. Muchas de ellas venían del mundo docente. Suena contradictorio, pero Laura que es maestra de nivel inicial y trabaja en el Jardín Nucleado Nº 220 asegura que ahí estaban los fundamentos de su decisión porque quería otra cosa del sistema educativo.
Empezaron a estudiar, a buscar opciones. Los proyectos de la escuela Waldorf como La Cecilia de la ciudad santafesina de Monte Vera pasaron por sus manos, hasta que dieron con la propuesta de las Escuelas Experimentales. Dos semanas más tarde Carlos Videla, el director del Instituto Themis Speroni de La Plata -donde se forman los docentes para este tipo de escuelas- llegaba al Salón Blanco de la Municipalidad de San Justo para abrir la puerta al escándalo. Se presentó con una guitarra y rompió el silencio con el canto.
Después lo explicó todo. Estas escuelas nacen próximas al arte: a través de la pintura, la poesía, la danza o el teatro se desarrollan todos los contenidos. Cumplen los planes oficiales de estudio pero a su manera. Son pequeñas: no más de 15 alumnos por nivel. Las clases se dan en amplios salones, con niños y maestros sentados sobre alfombras en el suelo. No se usan manuales, no hay evaluaciones, nadie repite.
Cuando calló, el desconcierto hizo añicos el silencio. “Fue un caos: directivos de todas las escuelas pedían explicaciones, fundamentos filosóficos y epistemológicos. Nosotros sólo tratábamos de encontrarle sentido a la educación de nuestros hijos” decía Laura, mamá de Nazareth, una niña que a los 9 lee por decisión propia El diario de Ana Frank y que ama descubrir el mundo en el jardín.
Era febrero de 2004. En marzo dos maestros dejaron Río Grande, donde habían fundado otra escuela, y llegaron a tiempo a San Justo para iniciar las clases. Así que la escuela empezó a funcionar con 17 alumnos en la casa quinta de unos abuelos. No hubo inauguración oficial porque no hubo -por años- autorización del Ministerio de Educación. Y la llamaron como al paisaje cotidiano: Los Trigales.
No hace falta decirlo, Laura lo dice sola: “estábamos locos y transgredimos todas las reglas”. Pero no se arrepiente y se hace cargo del estigma, del comentario por lo bajo de la vecina, de lo que rumorean quienes tiene atrás en la cola del supermercado, de la pregunta cínica que hace su colega, de la mirada desaprobadora de casi una ciudad entera.
Una ciudad de no más de 25 mil habitantes que según Marcelo Mauro, su Intendente, se resiste mucho a los cambios, aunque a veces éstos son positivos porque afirman la diversidad y abren, como en este caso, nuevas puertas. Cree que es bueno que “cada padre pueda elegir a qué escuela enviar a sus hijos de acuerdo con lo que quiere para ellos”. Y él quiere, por sobre todas las cosas, que Candela sea feliz. Candela va a Los Trigales.
Las manos en la masa
La gente dijo muchas cosas. Que era una irresponsabilidad de los padres enviar a sus hijos a una escuela que no emitía títulos. Que esos niños eran conejitos de india, que estaban experimentando con ellos. Que cuando la escuela fuera clausurada ninguna otra reconocería esos años de escolaridad. Que era una locura.
Germán Falo, sentado en un sillón pero con el peso del cuerpo apoyado en el escritorio de su despacho, dirá que las cosas se hicieron mal porque la escuela Los Trigales “empezó a funcionar sin autorización ministerial y esa situación es muy grave”. Para el Director del Servicio de Enseñanza Privada del Ministerio de Educación de Santa Fe esta propuesta de educación alternativa da en la tecla de algunas problemáticas como la repitencia, la deserción escolar, la falta de integración o la imposibilidad de atender a la diversidad pero eso no significa que sea superior a otras escuelas ni un modelo a seguir. Es sólo otra escuela.
Si después de seis años la autorización para matricular a los niños se logró fue porque padres y maestros se rompieron la cabeza tratando de adaptar la identidad de la escuela a un proyecto institucional. No fue fácil explicar que en vez de grados había diez niveles. No sabían cómo dar cuenta de que sus criterios de promoción y evaluación no dependían de los resultados sino del proceso, y que por eso nadie repetía. Debieron argumentar cómo tres maestros estaban a cargo de toda la escuela y que además de dar las clases hacían de porteros, bibliotecarios, cocineros. Pasaron semanas enteras discutiendo ciertos porqué o para qué. Negociaron. Y tras el punto final, en abril de este año, la escuela que no era pasó a ser la Escuela Particular Nº 1486 Los Trigales.
Ese grupo de padres en este momento está cocinando 120 docenas de empanadas porque durante este año de evaluación de la propuesta deberán seguir pagando los sueldos de los docentes. Es la hora de la siesta y el olorcito a carne bien condimentada impregna todos los países del planisferio de la escuela. Las mamás rellenan, repulgan y acomodan las empanadas sobre una fuente y las pintan con yema de huevo para que se doren al fuego. Un papá es el encargado de hornearlas. Para ellos estos años fueron intensos.
Por eso también algunos abandonaron el barco y cambiaron a sus hijos a otras escuelas aunque tuvieran que recursar un grado. Porque temían que la autorización no llegara nunca; porque implicaba el pago de una cuota mensual (hoy de $100) y a la vez ceder la asignación familiar ya que no tenían el certificado de alumno regular para presentar en sus trabajos; porque no encontraban el tiempo para hacer tareas de cooperativismo o porque la escuela no les gustó. Y porque la presión que generaba la postura de la sociedad para ninguno fue fácil. Ni para los que se fueron, ni para los que aún tienen las manos en la masa.
La gente aún dice muchas cosas. Y para Mónica Astore “los prejuicios nacen desde la ignorancia”. La Vice Directora del Instituto sanjustino Nº 20 de formación docente reclama, como tantos, información: que se difunda la propuesta de Los Trigales. Pero al mismo tiempo reconoce que “son muy pocos los padres que se preocupan acerca de la educación de sus hijos, entonces confían en el nombre de una escuela o en el instituto privado tal, pero quizá ninguno realmente conozca la oferta educativa de la escuela donde manda a su hijo”.
Mundo paralelo
Cinco pasadas las diez. Mariana Justel, la última maestra en llegar de La Plata a San Justo, aparece en medio de la ronda con una pava caliente y empieza a servir el mate cocido a más de cuarenta niños. Cuando todas las tazas están llenas beben el primer sorbo y comen galletitas de miel hechas en la escuela. Después viene el intervalo de media hora para jugar, el regreso a clases hasta las 12 y termina el día.
Menos para Antonela. Se alisa el cabello rubio con las manos y se lo vuelve a atar para que no le caiga sobre la cara. Levanta todas las alfombras del piso y las apila en un rincón. Echa una ojeada a su alrededor como una experta que pondrá manos a la obra. No sé si en su casa le ayudará a mamá, pero en la escuela hoy asume una postura de Encargada de limpieza y mete el trapo de piso en el balde.
Ella está cursando el último nivel, y es parte del grupo que el año que viene empezará el secundario en otra escuela. Muchos están a la expectativa de qué pasará entonces, como si fuera un modo posible de evaluar la calidad educativa de la propuesta. Sabrán entonces si ocurre como en Tierra del Fuego, donde un estudio realizado por el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) da cuenta de que estas escuelas “en comparación con el resto del sistema educativo provincial demuestran en promedio- mejores logros en el rendimiento de sus alumnos”.
Hay quienes se preguntan si los niños se adaptarán al sistema tradicional, si será frustrante dar un examen, si podrán acostumbrarse a nuevas normas, a docentes que se esfuerzan por dar una clase para cuarenta alumnos a la vez.
Pero ellos, los niños, no están preocupados por eso. Y cada vez que cruzan la tranquera ingresan a un mundo paralelo en el que parecen felices. Eso les basta, por lo menos a sus padres. Antonela sigue lavando los pisos. Mete el trapo en el balde, lo escurre con fuerza y por unos segundos daría la impresión de que los estigmas de la escuela empiezan a borrarse, pero son sólo las marcas del piso húmedo que se secan.

El rumbo de la educación alternativa
Cuando en 1958 la habitación de una casa del partido de La Plata se convirtió en lo más parecido a un jardín de infantes hubiera sido imposible predecir que allí nacía un proyecto alternativo de educación. Y hubiera sido una locura pensar que cincuenta años después habría más de veinticinco Escuelas Experimentales en Argentina y un magisterio que forma exclusivamente a sus docentes.
Nelly Pearson vive en Gonnet, en una casa que huele a libros. Es profesora de Bellas Artes y tiene 76 años. Habla despacio, como haciendo equilibrio entre los recuerdos que llegan y las palabras que se le escapan. Ella, la bailarina Marta Burnichon y la música Dorothy Ling, dieron vida a estas escuelas.
Nunca se propusieron armar un sistema pedagógico, pero lo hicieron. De ahí el carácter experimental, de ese intento por hacer de otro modo las cosas, de un trabajo que implicaba ajustes permanentes “como los que hace el timonel para mantener el rumbo”.
Para Nelly la misión educativa sería sensibilizar al niño y darle la libertad de elegir lo que quiera para que en su vida sea desprejuiciado y encuentre caminos alternativos. La escuela representa un lugar sagrado, diferenciado de la casa, donde lo valioso es la vivencia diaria de los chicos para desarrollar su creatividad y afianzar valores como el respeto, la tolerancia y la autonomía.
El arte siempre se cuela por alguna hendija. Las clases están llenas de poesía. Antes del desarrollo de una materia los niños recitan versos o fragmentos de canciones. Después de la clase de matemáticas se dibuja el campo al que se le calculó el perímetro y en horas de plástica trabajan con tinta china o pintan mandalas. A la tarde también hay talleres o actividades que van desde la producción de una obra de teatro a una tarde de pesca en el río Salado o una visita a un hogar de ancianos.
“Hay quienes temen que seamos una secta” dice Nelly mientras revuelve un mueble en busca de un álbum de fotos. Quiere mostrarme imágenes del día en que conoció a Leticia Cossetini, pero no lo encuentra. “Las escuelitas son muy simples” pero “complejas de comprender para la gente que viene del mundo de la pedagogía y de la enseñanza sistemática”.
Asegura que son “sumamente democráticas” y que no tienen secretos. Quizá por eso no hay armarios con llaves, ninguna puerta dice golpear antes de entrar, no hay salas exclusivas para docentes y el mismísimo Carlos Videla realiza sus tareas de Director así como los jueves limpia los baños del Instituto Themis Speroni.

Pasadas las diez de la mañana, salen los chicos con sus pintores, se quitan las zapatillas, se ponen botas de goma y corren a jugar.
Una maestra nada convencional
Soledad Sandoval no usa guardapolvos como sus colegas. Hoy está dando clases de lengua con jeans y una remera negra puesta al revés para que los niños no se distraigan con las inscripciones. El cabello oscuro, peinado tirante hacia atrás con una cola; la mirada impenetrable. Fue, en el rebaño del mundo docente, una oveja negra. Cuando hacía las prácticas del magisterio se resistía a levantar la voz, a gritar para que los alumnos la escucharan. Y se enojaba porque le pedían que utilizara los “famosos recursos didácticos” para lograr interesarlos, como si el tema en sí no pudiese ser atractivo.
Hasta que conoció Los Trigales y allí se quedó. Debió hacer durante seis meses una adscripción y cuando al fin creyó que se confundía entre gente parecida, se volvió a equivocar. Oveja negra: única docente sanjustina, egresada del Instituto Nº 20, que trabaja en una escuela nada convencional y que cree que los niños “tienen una mente tan abierta que el maestro lo único que debe hacer es tratar de no opacarla”. Y que, como si fuera poco, escribe un romance en el pizarrón con una letra manuscrita ni demasiado redonda ni demasiado esmerada. Una letra común que no parece de maestra y que a veces, tampoco se entiende.
Aquella mañana fue ella la que le pidió a Amparito que saliera de la ronda. Mientras todos cantaban, el chillido de la niña se perdía entre sollozos y resonaba de fondo. Estuvo un rato sentada chinito en la sala de al lado, con la espalda apoyada contra la pared y a la espera de que la dejaran volver a sumarse al grupo. Se secaba las lágrimas cuando Mariano le acomodó la alfombra entre los chicos del nivel uno para la primera clase del día.
Dentro de su lógica esta escuelita tiene reglas estrictas. Entonces: el silencio y la serenidad deben ser respetados porque si no hay que salir de la ronda; el que llega tarde no ingresa; el que olvida su delantal ese día no pinta; no se puede llevar ropa con impresiones de personajes o marcas visibles; tampoco hablar de programas o dibujos animados; y a las fiestas escolares sólo pueden asistir dos familiares por niño.





Estas escuelas nacen próximas al arte: a través de la pintura, la poesía, la danza o el teatro se desarrollan todos los contenidos.


La fundación Avina

Avina es una fundación latinoamericana que busca contribuir al desarrollo sostenible del continente, fomentando la construcción de alianzas entre líderes y organizaciones sociales y empresariales para promover el diseño de modelos propios de desarrollo sostenible en la región.
Las becas
Las Becas de Investigación Periodística premian propuestas innovadoras sobre los temas relevantes del desarrollo sostenible en América Latina y cooperan de este modo con los medios de comunicación y los profesionales de la prensa para enriquecer la agenda pública. Esta iniciativa cuenta con el apoyo institucional de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Asociación de Periodistas Europeos, Foro de Periodismo Argentino, Sociedad Interamericana de Prensa, Asociación Brasilera de Periodismo Investigativo, Instituto Prensa y Sociedad, Agencia de Noticias por los Derechos de la Infancia, Communication Initiative América Latina y Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible, entre otros.
Los premiados
En esta edición fueron premiados 61 periodistas, 8 de ellos argentinos. Entre ellos, nuestra colaboradora María de los Angeles Alemandi, por la nota que hoy Nosotros compartimos.

“Si algo es vital para el maestro, será vital para los niños”




Escrito por Actualidad   
Miércoles, 29 de Diciembre de 2010 23:31
“Los Biguaes”, puramente vivencial
Está en el río Carapachay 65. Es una escuela inicial y primaria que alberga 19 niños. Se sostiene con el trabajo conjunto de padres y maestros en una panadería.

En la década del 50, en la ciudad de La Plata, tres mujeres preocupadas por la educación - Nelly Pearson, Marta Burdichón, Dorothy Ling - desarrollaron una experiencia pedagógica basada en el hacer cotidiano y se apoyaron fundamentalmente en el arte: pintura, poesía, música, danza y teatro fueron el sostén del trabajo realizado por maestros y alumnos.
Lo que surgió como iniciativa particular con el tiempo se transformó en el Instituto de Educación Superior Roberto Themis Speroni, con nivel inicial, primario, secundario y terciario, incorporado a la enseñanza oficial.
En la actualidad existen 27 escuelas y centros educativos de este tipo en Argentina y uno en New Jersey, USA.
Una de esas escuelas se encuentra sobre el río Carapachay en el Delta de Tigre; se llama Los Biguaes y está conformada por 5 maestros, 19 alumnos y sus familias, ya que “hay muchas actividades para los padres, por ejemplo, teatro, danzas. Además nosotros funcionamos como una cooperativa porque el sostén económico de la escuela es el trabajo que hacemos entre todos. Por eso si un padre no tiene tiempo para trabajar en la escuela, los maestros no vemos la posibilidad de que esa familia esté en la escuela”, explicó Celeste García Salgado, una de las maestras.
Los Biguaes es una escuela que tiene nivel inicial y primario, “los chicos ingresan con 2 o 3 años y egresan alrededor de los 11. Nos interesa trabajar con los chicos desde la más temprana edad porque cuesta remontar lo que ocurrió en otras escuelas”, señaló Cecilia Juan, otra de las maestras.
La escuela no es gradual, “los chicos están divididos por grupos de trabajo por edad, pero si un chico de 4 años ya está leyendo, sigue el camino de la lectura con el grupo que lee, sin importar la edad”, comentó Cecilia. Fundamentalmente, las docentes pueden trabajar con cada niño porque los grupos son muy reducidos: “Trabajamos con grupos pequeños, lo que permite tener un seguimiento personalizado. Al finalizar cada día, los maestros nos reunimos y hablamos de cada chico”.
Aunque no existen grados, ni pruebas escritas, ni boletines, siguen los programas oficiales de la provincia de Buenos Aires, “buscando el maestro lo que es de su interés, porque si algo es vital para el maestro, será vital para los niños”, dijo Celeste.
En cuanto al concepto de aprendizaje, señalaron: “Nuestra idea es que los chicos no aprenden nada, nosotros no enseñamos nada, ellos aprehenden. Los chicos naturalmente van descubriendo cosas, nosotros tratamos de estorbarlos lo menos posible”. La propuesta del maestro es siempre hacer algo junto con los chicos: pintar, cantar, leer, contar; es en el transcurso de ese hacer que el aprendizaje se realiza.
Si bien la escuela no se inscribe en el movimiento de la educación por el arte, “uno de los pilares es la pintura. Todos los días pintan, con óleo, pastel y una vez por semana hay clase de témpera. Nosotros sentimos que ellos no aprenden a pintar, sino que hacen lo que hizo la humanidad desde sus orígenes, porque el hombre pintó desde las cuevas y cantó desde que tuvo voz. Hacemos cosas que son naturalmente humanas; si en una clase de lengua tienen ganas de cantar un romance y además lo pintan, es una preciosa clase de lengua”, expresó Celeste.
El material con que trabajan es siempre “cuidado, las mejores imágenes, los mejores cuentos. Entonces, cuando se lee, ellos sospechan que hay algo precioso en los libros”. Tienen una biblioteca y una discoteca que los niños pueden usar libremente, “todo está al alcance de ellos, alrededor de ellos, no es algo ajeno”. Pero Celeste aclaró con énfasis: “Canciones infantiles, no! Tratamos que eso que fue creado especialmente para chicos, quede afuera de la escuela”.
En la escuela no hay mesas ni sillas, todo se hace en el piso, que - por supuesto - está limpísimo, porque “no se puede trabajar en un espacio que está sucio. Aquí cualquiera lava el baño, nosotras o ellos. Si una taza se cae y mancha el piso, cualquiera se levanta y limpia. Ninguno de nuestros chicos va a tirar un papel al piso, al contrario, si ellos ven algo fuera de lugar, van y lo levantan. Cuando hay algo que ellos no pueden hacer, nos piden ayuda”. En esta institución no hay personal de maestranza, ni auxiliares ni personal administrativo, “los maestros hacemos todas las tareas de la escuela, una vez que los chicos se retiran”.
Muchas actividades son compartidas por todos los integrantes de la escuela; cuando los chicos llegan, los maestros los reciben, hacen una ronda, se ponen el delantal, el calzado de adentro, cantan y después cada uno se va con su grupo. De esta manera se inicia el clima de serenidad y cordialidad que reina en el colegio.
La institución se sustenta con una pequeña cuota mensual, “si una familia no puede pagar, hay muchas cosas para hacer en la escuela”, aclaran; y el producto de una panadería donde trabajan padres y maestros: “Todas las familias amasan por turno; también los maestros. Todos vendemos el pan”. En la actualidad hacen un pan integral con harina orgánica que compran en Carlos Keen: “Es un pan con semillas, con poca sal, poco aceite”. El pan es ideal para los que apuestan a la comida naturista y a la economía social y, por si fuera poco, Celeste expresó: “Lo más hermoso de la panadería es que trabajamos juntos. Es una forma de que los padres participen en la educación de sus hijos”.
Es difícil definir esta escuela con palabras porque es “netamente vivencial”, pero si usted está interesado en participar de ella, ya sabe… tendrá que poner sus manos en la masa.

“El chico no necesita que lo distraigan y lo entretengan. Él necesita para sobrevivir sentir que trabaja, y el estudio, tal como lo entiende nuestra sociedad, no es trabajo en sí mismo sino algo que hacemos para más adelante, es una proyección hacia un futuro incierto fuera del presente y fuera de la realidad. Ese planteo antivital que inunda la escuela toda no puede satisfacer a nadie que esté vivo. El chico necesita comprometerse, sentir que trabaja con lo que es y ése es uno de los grandes atractivos del Arte. Pero la escuela ha puesto su esfuerzo en organizar un trabajo intermedio. Así como La Ilíada o la Biblia fueron textos de iniciación a la lectura, en otros tiempos, los chicos de hoy manejan textos pueriles, armados, para que algún día puedan acceder a las lecturas verdaderas. Esto naturalmente no ocurre jamás. La lectura de más adelante es sólo la búsqueda de resonancias con lo que ya se frecuentó en la infancia. Mal puede una infancia sin contenidos verdaderos alimentar el interés del hombre que vendrá después. Esta no es una propuesta sencilla porque implica  la revisión de un mundo de cosas que ha ido muy lejos en su complejidad y artificio, pero es a la vez una propuesta esencialmente simple” Dorothy Ling.